Los principes azules gays de Alfredo Roagui
Después de las vacaciones nos ponemos las pilas y volvemos a la tarea. Considero que preguntar que tal han ido los días de descanso es algo retórico, que no espera respuesta porque ¿quién te ha dicho alguna vez que las vacaciones le han ido mal? Nadie, eso es impensable y casi inhumano, a no ser que te vayas a China donde, hace poco, leí una noticia donde se comentaba que los trabajadores no querían irse de vacaciones para parecer ante el empresario grandes trabajadores; realmente enfermizo; lo peor es que había un español que decía que en nuestro país deberíamos ser como en China y trabajar a ese ritmo, porque aquí había mucho español que no quería currar. Y yo me pregunto a mi mismo si ese señor ha consultado al más del 20% de parados que hay en nuestro país si quieren trabajar o no.
Vamos al lío, pues, y hagamos que el sistema tributario español funcione lo mejor posible.
Últimamente leo en prensa un montón de artículos sobre agresiones homófobas en España; no entiendo que está pasando, si es que la sociedad va hacia atrás o es que el sistema educativo se ha saltado la asignatura más importante del mundo: civismo y respeto. Yo no me considero muy luchador por la libertad LGTB: no me gusta ir de la mano de mi pareja, ni mostrar cariño de forma pública; se que esto es un handicap, ya que si nosotros mismos no mostramos al mundo que el amor no tiene sexo, nadie va a darle cavidad nunca, pero el no llamar la atención, el pasar desapercibido o el miedo a la brutalidad de las personas irrespetuosas me echa hacia atrás en este sentido; supongo que también será una cuestión de carácter: hay gays que aman predicar a los cuatro vientos que cojean, con todo el respeto, y hay gays que simplemente somos porque nuestra naturaleza ha venido así y no por ello tenemos que ir gritando a los cuatro vientos con quien nos vamos a la cama.
Y tu te preguntarás, ¿a qué viene toda esta mariquita parafernalia? Bicheando en redes sociales esta mañana, he descubierto un artista mexicano que me ha inspirado: se trata de Alfredo Roagui, un dibujante mejicano que nos trae a la mente al típico principe azul retratado constantemente por Disney en sus películas, pero en versión Circuit Festival. Leyendo un poquito sobre él, descubres a un niño que en su infancia se identificaba con la Sirenita por su alma soñadora e inconformista y por su afán de luchar por la búsqueda de ese galán que retrata falsa y constantemente la factoría Disney (¿Qué gay no ha visto la película de la Sirenita y no la ha calificado como la mejor película de todos los tiempos?) Hago un breve inciso y opino sobre el hombre perfecto del que habla Roagui y que plasma perfectamente en sus dibujos: en unos momentos en que mi pareja y yo flaqueábamos, decidimos ir a terapia de pareja y el psicólogo nos dijo unas palabras que nunca olvidaré (y espero que mi pareja tampoco, por la cuenta que me trae): «Olvídate del hombre ideal, bienvenidos al hombre real» . Y qué verdad más inmensa en solo una sentencia; y yo me digo constantemente: ¿no es bella la imperfección?; claro, todo depende del grado del que hablemos.
Sin más dilaciones, que me gusta divagar demasiado con la retórica, os dejo con algunas muestras de los trabajos de Roagui; puedes encontrar más dibujos suyos en su cuenta de Instagram. Merece la pena seguirlo porque, lejos de matices, es un gran artista y dibujante nato.
En definitiva, y bajo mi opinión, los príncipes azules de Roagui se identifican por muy pocas cosas: Hombres guapos y musculosos, que están todo el día en ropa interior marcando paquete y abdominales. ¿es ese tu ideal de hombre? No me queda a mi muy claro, la verdad. Si solo fuera eso lo necesario, no hace falta irse muy lejos para buscarlos: te vas a alguna fiesta del Orgullo en España y, como éstos, hay a patadas.
¿No te parece muy simplista y demasiado carnal? Sin duda, sería perfecto si exteriormente fuera así, pero los problemas surgen cuando excavas en el interior y ya empiezas a poner más puntos importantes: inteligencia, humor, limpieza, educación…… y así la lista no tiene fin. Total, que al final, como decía mi psicólogo, olvídate del hombre ideal, bienvenido al hombre real.
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